LA PARROQUIA
HISTORIA DE LA PARROQUIA
La Parroquia de Nuestra Madre del Buen Consejo fue creada por Decreto del día 23 de diciembre de 1976, según el Convenio suscrito por el Sr. Obispo de la Diócesis de León, D. Luis-María de Larrea y Legarreta, y el P. Provincial de la Provincia Agustiniana , Fr. Félix Rodríguez Olmo.
La parroquia quedó encomendada a los Agustinos de la Provincia Agustiniana en la condiciones que se expresan en el Contrato firmado por los anteriormente citados Obispo de León y Prior Provincial de la Provincia Agustiniana.
Los agustinos instalaron en Genazzano su monasterio en el último tercio del s. XIII, poco después de haber sido fundada la Orden de San Agustín. EL monasterio se encontraba en las afueras de la localidad hasta que en 1356 la poderosa familia de los Colonna - dueños de Genazzano - llamó a los agustinos para que se hicieran cargo de la iglesia que, ya entonces, estaba dedicada a Santa María del Buen Consejo. Un siglo más tarde, con la ayuda de las gentes del lugar, los agustinos hicieron restaurar la iglesia y construir un monasterio, ya dentro de la localidad. Precisamente cuando estaban llevándose a cabo estos trabajos, aconteció un hecho sorprendente que una crónica de aquellos días resume así:
"Una bellísima imagen de María apareció sobre el muro sin intervención humana"
Era la tarde del 25 de Abril de 1467. En los tres meses y medio que siguieron a este acontecimiento, el notario de Genazzano registró casi 160 milagros.
BREVE BIBLIOGRAFIA DE SAN AGUSTIN
Nacido en Tagaste el año 354, hijo de padre pagano y madre cristiana, Agustín fue educado por ésta en el cristianismo, aunque pronto abandonó su práctica. Estudio gramática y literatura latinas y, posteriormente, hasta los veintinueve años de edad, enseñó retórica en Cartago.
Tras una juventud, la lectura de un escrito de Cicerón le llevó al estudio de la filosofía y a la búsqueda de la verdad, que, en un principio, creyó encontrar en la doctrina de los maniqueos.
Cuando empezó a dudar de ella, se trasladó a Roma, y luego a Milán, donde siguió ejerciendo como profesor de retórica. Sus dudas dieron como resultado un escepticismo filosófico, del que se libró mediante la lectura de los neoplatónicos, en especial de Plotino, que seguiría influyendo en su pensamiento posterior.
La posesión de la verdad sólo la encontró Agustín en el cristianismo, al que se convirtió, por influencia del obispo Ambrosio, de Milán, en el año 387. Desde entonces llevó una vida dedicada al estudio y a la contemplación, que mantuvo prácticamente hasta su muerte, a pesar de las ocupaciones del ejercicio pastoral, primero como presbítero y, después, como obispo de Hipona, en el norte de África, a donde había vuelto desde Italia en el año 388. Su muerte acaeció en el año 430.